Ante todo, la piel seca se define por las sensaciones que experimenta quien la padece. La persona se siente incómoda, la piel se tensa, se siente rugosa, y la aplicación de un producto apropiado contribuye a mitigar las molestias.
En ocasiones, los síntomas pueden ir acompañados de picor o ardor.
El médico diagnosticará si se trata de piel seca (también denominada xerosis) a partir de dos criterios objetivos: un aspecto pálido y desvitalizado, signos clínicos epidérmicos de descamación, agrietamiento, en ocasiones inflamación y pérdida de elasticidad. Las irregularidades de la superficie de la piel pueden llegar a ser más graves que la sequedad.
Además, la piel seca es un terreno favorable para la aparición de eccema, particularmente en forma de eccematide acromiante (o pitiriasis, manchas blancuzcas y resecas en la piel), que aparece de pronto en mejillas y brazos de los niños (siguiendo un cuadro de dermatitis atópica).
Dentro de la piel seca, se pueden distinguir varios estados: